SIN VISA PERO CON RISA
ROBERTO QUESADA
Es cierto, desde Toncontín tuve que dar la media vuelta. Razones, despiste, normal en cualquier ser humano (más normal en unos que en otros), sobre todo si se está acostumbrado a tener visa. Fuera del contratiempo: Ir de un sitio a otro, llenar formularios, esperar y esperar, dar ese telefonazo a mi embajador Manuel Acosta Bonilla, explicándole demora involuntaria (por cierto se alegró de escucharme, la versión que el recibió fue que me habían enchachado!), y otros pormenores, lo que me pareció excepcional es los rostros de preocupación con los que me tropezaba por que habían leído en un diario capitalino que estaba desvisado. Ya expliqué más de una vez que no se trata de ningún problema serio, es solo mea culpa.
Y asi fue, con la agenda agotada, o más bien cerrada por el viaje, ni cosa mejor que aprovechar las horas concedidas por el destino incierto, a pasar el tiempo con mi hijo Roberto. Como se que le gusta el teatro, le di la sorpresa llevándolo al Teatro La Reforma. Suspicaz, incrédulo, ensayando las muecas que haría cuando lo atacara el aburrimiento, insistía en que aunque fuera le contara un renglón de lo que iríamos a ver. Fue imposible, no solté prenda porque no sabía que soltar: También yo me encontraba en el suspenso de lo que íbamos a ver. Nos entretuvimos conversando ante las demoras ya casi naturales en nuestro país. Nadie de los pocos asistentes protestaba, por el contrario, nos solidarizábamos en un código no hablado con los miembros del Teatro Bambú deseando que cada minuto que avanzaba se hiciera presente un poco más de público. Mi hijo, adolescente al fin, me preguntó que si se trataba de una nueva obra por quer casi no habia gente. ¿Cómo responder a esa pregunta?
Le expliqué lo de la falta de publicidad, del costo de la misma, de la ausencia de solidaridad entre los mismos artistas pues con solo la presencia de ellos en las primeras noches la noticia se iría difundiendo boca a boca.
Todos quieren que sus presentaciones rebalsen de público, pero nadie quiere asistir a las presentaciones de los otros, mucho menos difundir trabajo ajeno.
Pero asi, entre pocos y buenos, se corrió el telón. Confieso que estaba más escéptico de lo normal desde que leí en el programa que se trataba de un monólogo de un borracho de más de una hora de duración. Minutos después de comenzada la obra me despejé de cualquier duda.
Mea Culpa, título de la obra, más que una comedia me pareció una tragedia, no se si sería correcto llamarle tragicomedia, o, precisamente por eso, por la infinidad de situaciones presentadas en ella es que se dificulta encasillarla con precisión. Es una historia de uno, de dos, o de dos en dos que van haciendo muchos, o muchos más que van haciendo un país que no es otro que Honduras.
Sin muchos recursos se logra un escenario en donde poco o nada falta, pero el principal personaje de la obra es el lenguaje, excelentemente personificado por Felipe Acosta (que a su vez, es el escritor de la misma), y con la acertada dirección de Danilo Lagos. Enfatizo el lenguaje porque es ese lenguaje nuestro, el hondureño, el catracho, el lenguaje de la protesta y de la resignación, el lenguaje de la maldición y de la risa, el lenguaje del odio y del amor. Por supuesto es una obra no apta para puritanos y anas, ni para quienes les falle la tuerca del sentido del humor.
En Mea Culpa se habla de nuestra Honduras de hoy, pero con arte, con responsabilidad escénica, se cuestiona, pero es válido porque predomina el ingenio. Creí que como toca hechos actuales podría tornarse panfletaria, como la hipotética llamada al presidente o el intento de contactarse con el cardenal, más el Teatro Bambú sale bien librado de ello.
Esta reseña escrita de prisa entre un vuelo y otro, es casi un llamado de emergencia para apoyar nuestro arte, sobre todo cuando es de calidad como es el caso de Mea Culpa. Y como bien me lo dijera Felipe Acosta, no se trata de culpar a nadie ni dar moralejas, sencillamente contar una historia. Tal vez no haya mejor elogio para Mea Culpa que el beso y el abrazo que me diera mi hijo cuando caía el telón: “Gracias papá, por haberme traído a tan excelente obra”. Y así con risa sobrevivimos al tedio de no tener visa.
Diario Tiempo / Sábado 20 de septiembre de 2003
A Review: “Mea Culpa"
ROSIBEL GUTIERREZ
Jesus (Felipe Acosta) and his present, yet absent, friend Demetrio star in an interrupted soliloquy. They are just two of the alcoholics who inhabit the underworld of the dirty sidewalks of Tegucigalpa and Comayaguela.
Jesus remembers with nostalgia the time when he had work and a mother; a loving mother who instilled in him that their misery was a result of the will of God: The Divine Power had sentenced them to the most wretched of misery.
Our character survives selling bottles that he finds in the trash, but even in his infinite poverty he retains a grand sense of humor. Speaking in good and vulgar Honduran throughout the whole work, he sustains fictitious conversations with the President of the Republic and with the Cardinal (with the help of a telephone he finds in the trash). In a poignant moment, Jesus thanks God for every day of life he has been given, for the asses he is able to eat from time to time, for the swigs from a bottle that people sometimes give him; he can dream about being a soccer star. Jesus speaks without a break, with his friend Demetrio as a silent interlocutor.
This work reflects the light and shade of life; the light and shade of the landscape of existence. The characters are condemned to death: by society, by God, by themselves... who should take the blame? The two friends are living a nightmare, but they dare to live it with the courage and innocence of those who share the high cost of living but not the emptiness.
This is a synthesis of the play “Mea Culpa” (My Fault), written by a national artist of renowned talent, Felipe Acosta. The debut was Friday 5 September in the Reform Theatre of Tegucigalpa. At the moment, Felipe Acosta is a member of the Bambu Theatre Group, an independent group founded in Tegucigalpa in 1990. “Mea Culpa” is the third work he has written, and the third that has been shown by the Bambu Theatre Group, the others being “La Hora Final” (The Final Hour) and “Poema de Amor” (Poem of Love). The Director of the play is Danilo Lagos, also a member of the Bambu Theatre Group, who has 19 years of experience. His works have previously been broadcast on the radio, on television, and in short films and videos.
From: HONDURAS THIS WEEK
La Prensa Libre – Nicaragua - Revista
Los males de la sociedad y un Mea culpa
Por: Inés Izquierdo Miller
Una obra hondureña toca las fibras más sensibles de la solidaridad humana.
LA PRENSA/CORTESÍA
El grupo Bambú vino desde Honduras con la obra Mea Culpa, con los textos y la actuación de Felipe Acosta y la dirección de Danilo Lagos y, la verdad, es que dejaron una huella hermosa en la historia del festival Internacional de Teatro organizado por el Justo Rufino Garay.
Desde el inicio, la tropa de Bambú, impacta. Un mendigo alcohólico entra al salón pidiendo un pesito a los espectadores. Su caracterización es tan convincente que hasta el olor a bebida trasciende sus ropas.
Repulsivo y simpático, con una dualidad tan contradictoria, Jesús comienza a narrar su historia.
Con un diseño escenográfico muy bien simplificado, el personaje comienza su faena recolectando latas y botellas en la basura. El fluir síquico del personaje, a través de las evocaciones, nos va dando su historia de vida, desde su nacimiento hasta este día.
Este ser desarraigado, sin voz, hace una denuncia explícita de los males de la sociedad moderna, a través de la burla, la ironía va sorteando los caminos de su andar.
Felipe Acosta demuestra ser un actor extraordinario, conmueve, asusta, hace reír y para nosotros no queda duda que es el harapiento catracho, llamado Jesús, que carga su cruz con dignidad pues siempre cree que habrá un mejor amanecer.
Cabalgateatro: Dos monólogos
Obras de actuación memorable. Tian Gombau, Mono Sapiens
Por: Juan Carlos Lemus
A ratos, en escena, es un poeta de la ternura, otras, el enérgico actor que inserta el discurso directamente hacia la conciencia del espectador. El barcelonés Tian Gombau, maestro en el difícil arte de la imitación, se desplaza transformado en un mono inteligente por el escenario.
El animal fue llevado de África hacia Europa, aprendió a conversar y tomó conciencia del comportamiento humano. Florece en el personaje una reflexión certera: el hombre guarda dentro sus instintos más bestiales. Así como los animales cuidan su territorio, el humano defiende salvajemente sus fronteras.
Mono Sapiens devela, poco a poco, más miserias como la estupidez guarecida dentro del corazón humano.
El texto podría llegar a ser un lugar común, pues ya se sabe que los habitantes del planeta podemos ser, en algunos casos, más bestias que un burro, pero su efectividad trasciende gracias a las virtudes de Gombau, cuya gesticulación y desplazamiento escénico tienen esa cara –carísima–, mezcla de técnica y pasión que consigue hacernos reír y reflexionar, o compadecer, según nos veamos o veamos a otros, en ese espejo que es un simio.
Tian Gombau sorprende por su habilidad para imitar a un simio, con todo y sus rugidos, pero más todavía por su excepcional capacidad de atravesar con elocuencia el corazón de los espectadores. (31 de agosto, Teatrén. Gombau forma parte de la compañía El Teatre de L’Home Dibuixat).
Felipe Acosta, Mea Culpa
El teatro hondureño tiene un nombre que ya identificamos con gran expectación: Bambú. Uno de sus integrantes, Felipe Acosta, presentó el monólogo Mea Culpa, obra escrita por él mismo y ubicada dentro de los fondos emocionales y físicos de la indigencia. Jesús, nombre del personaje alcohólico, cuenta su vida a su similar, Demetrio.
El espectador tiene en el escenario, desde el inicio, a un actor omnipresente: Felipe Acosta captura todos los rincones, se adueña, domina el espacio con una facilidad impresionante.
Vestido con trapos sucios y viejos arenga contra la vida y la muerte, con las más sonoras obscenidades, y en ese tono relata momentos clave de su vida de niño, joven y adulto.
La historia del personaje es brutal y envolvente, la actuación de Acosta, soberbia. Tiene éste una cualidad excepcional: su voz, cuando grita, no ensordece. Su rostro se transforma con una violencia calculada, y cuanto podría resultar melodramático se hace inexplicablemente digno de su personaje indigente.
Acosta es un actor de temperamento huracanado y apacible, capaz de sostener con destreza ambos humores, el dolor y las emociones de su personaje.
Bambú viene a nuestro país solamente una vez al año. Nuestra recomendación es que no se lo pierda cuando sea oportuno. (Teatro de la Universidad Popular, 1 de septiembre).
SOBRE MEA CULPA.
En este mundo globalizado únicamente para las transacciones comerciales, los medios de comunicación atados a los poderes que los crean, pocas veces dan voz a los desheredados; pero siempre existe una grieta por la que se cuela la palabra de los “sin nombre”, aquellos que viven al otro lado del espejo, aquellos a quienes la marginalidad ha desechado de la sociedad. Este es el caso de MEA CULPA. Nuevamente el teatro integra en sus tablas a un personaje arrinconado, echado a patadas del camino, ya lo hicieron los comediantes medievales, nos lo han mostrado figuras de la talla de Samuel Becket y Dario Fo. Felipe Acosta, actor y autor catracho ha prestado sus palabras, su cuerpo y su alma, para mostrar la otra cara de la moneda, aquella que se esparce en los rincones de la tierra, aquella que he visto asomar arrastrándose entre vapores etílicos por infinidad de pueblos latinoamericanos. Posiblemente la conquista de América ya fue la primera globalización y con ella se extendió el alcohol y nuestras enfermedades europeas, la religión católica y la figura de un tal “Jesús”, que hoy, renace para mostrar la cruz que los hombres arrastran eternamente desde que el hombre es hombre, desde que nos inventamos estas sociedades imperfectas que se construyen piramidalmente y albergan en su base, pisoteados, alcoholizadas, a todos (as) aquellas que hemos apartado del bienestar que solo viven unos cuantos.
Tian Gombáu.
Teatre L´Home Dibuixat
Castellón, España.
27 de Marzo del 2004.
Día Internacional del Teatro.
XIV Festival Internacional de las Artes Escénicas Bambú 2004
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